El contraste visual y sonoro fue brutal.
El escritor se expresaba de forma amanerada, relajada, espontanea e inteligente.
Pero de frente, "chocaban" sus dientes sucios de nicotina. Mal puestos, separados. Dientes de bruja, de pordiosero, de persona que no se cuida, vamos.
El shock fue asombroso.

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